domingo, 20 de mayo de 2012

CAPÍTULO 6.


Exordio: el poder os viene del Señor
6      1Escuchad, reyes, y entended;
aprendedlo, gobernantes del orbe hasta sus confines;
2prestad atención los que domináis los pueblos
y alardeáis de multitud de súbditos;
3el poder os viene del Señor, y el mando, del Altísimo:
él indagará vuestras obras y explorará vuestras intenciones;
4siendo ministros de su reino, no gobernasteis rectamente,
ni guardasteis la Ley, ni procedisteis según la voluntad de Dios.
5Repentino y estremecedor vendrá contra vosotros,
porque a los encumbrados se les juzga implacablemente.
6A los más humildes se les compadece y perdona,
pero los fuertes sufrirán una fuerte pena;
7el Dueño de todos no se arredra, no le impone la grandeza:
él creó al pobre y al rico y se preocupa por igual de todos,
8pero a los poderosos les aguarda un control riguroso.
9Os lo digo a vosotros, soberanos,
a ver si aprendéis a ser sabios y no pecáis;
10los que observan sensatamente su santa voluntad
serán declarados santos;
los que se la aprendan encontrarán quien los defienda.
11Ansiad, pues, mis palabras; anheladlas y recibiréis instrucción.

La Sabiduría conduce al reino

12La sabiduría es radiante e inmarcesible,
la ven sin dificultad los que la aman,
y los que van buscándola, la encuentran;
l3 ella misma se da a conocer a los que la desean,
14Quien madruga por ella, no se cansa:
la encuentra sentada a la puerta.
15Meditar en ella es prudencia consumada,
el que vela por ella pronto se ve libre de preocupaciones;
16ella misma va de un lado a otro buscando a los que la merecen
los aborda benigna por los caminos
y les sale al paso en cada pensamiento.
I7Su comienzo auténtico es un deseo de instrucción;
18el afán por la instrucción es amor;
el amor es la observancia de sus leyes;
la custodia de las leyes es garantía de incorruptibilidad;
19la incorruptibilidad acerca a Dios;
20por tanto, el deseo de la sabiduría conduce al reino.
21 Así que, si os gustan los tronos y los cetros,
soberanos de las naciones,
respetad la sabiduría y reinaréis eternamente.
22Os voy a explicar lo que es la sabiduría y cuál es su origen,
sin ocultaros ningún secreto
me voy a remontar al comienzo de la creación,
dándola a conocer claramente, sin pasar por alto la verdad.
23No haré el camino con la podrida envidia,
que con la sabiduría ni se trata.
24Muchedumbre de sabios salva al mundo
y rey prudente da bienestar al pueblo.
25Por tanto, dejaos instruir por mi discurso, y sacaréis provecho.

LA SABIDURíA
6-10 Los versos 1-11 del cap. 6 constituyen un enlace importante de la primera sección, caps.1-5, con la segunda, 6-9; formalmente realizan la transición de la justicia a la sabiduría. Respecto a la primera sección, son como una peroración parenética, apoyada en el motivo del juicio escatológico ampliamente desarrollado. Respecto a lo que sigue es como una de las clásicas introducciones o exordios pidiendo atención, conocidos en la literatura profética y en la sapiencial.

El proceso intelectual es como sigue: convoca o apela a los destinatarios (1-2), ministros de la justicia (3), que habrán de rendir cuentas al soberano justo (4-8); para que puedan salir airosos en el juicio futuro, el autor les ofrece como solución la sabiduría (9-10).

Destinatarios son los mismos de 1,1, presentes en siete sinónimos. El cuarto título es "ministros de su reino" [de Dios]. Esto define radicalmente la autoridad política humana: en un reino en que Dios es el único soberano de derecho, los que mandan son en realidad ministros de Dios; con una tarea recibida y responsables ante él. La idea es profunda y fecunda, puede estar inspirada directamente en 2 Cr 19,6. La intención es política.

Su tarea es el gobierno recto. El autor sustituye el término "justicia" con expresiones para él equivalentes: rectitud, observancia de la ley, que es voluntad de Dios y es sagrada. Lo ético y lo religioso se funden, el programa teocrático de Israel asoma a través de términos también griegos. Particularmente griego es el adjetivo hosios, que designa lo sancionado por ley divina.
Su responsabilidad se refiere a Dios, que "indaga", juzga imparcialmente y castiga sin miramientos. En el juicio es posible el perdón compasivo. En la oposición "humilde-fuerte" parece resonar la oposición "justo-malvado" de la primera sección; pero sin llegar a la total e insuperable identificación del poder con la maldad.

La oferta es la sabiduría, como medio de llegar a la justicia y salvarse en el juicio. La sabiduría de que se habla aquí es mucho más que un saber teórico; todo el libro, empezando por el cap. 1, da testimonio de ello. Y se puede citar el pasaje clásico de Prov 8,15.

6,1 La invitación a escuchar: Is 1,10; Sal 2,10; Eclo 33,19.

6,2 Véase Prov 14,28.

6,4 Véase Dn 2,21.

6,7 Véase Eclo 35,15 Y 18,13. "El rico y el pobre": Prov 22,2 .

6,9 Véase Prov 16,10.

6,10 Dos casos posibles en el juicio: el que ha cumplido plenamente, el que necesita y obtiene un defensor. Si el hombre se ha educado en la escuela de esas sanciones divinas, ellas se convertirán en abogado defensor el día de la cuenta.

6,11 Concluye en inclusión. Contando ya con un público ávido, Salomón podrá pronunciar su largo discurso.

6,12-9,18 Podemos definir esta sección "Loa de la Sabiduría". El género encomio era popular en la retórica antigua y tenía sus reglas, que el autor sigue con bastante libertad. Se alaba el origen, la naturaleza, las acciones de un personaje, de una virtud, de una ciudad. Se emplean y se prodigan las galas retóricas, expresión convencional del entusiasmo.

No se organizan fácilmente los temas tratados: el autor dice que quiere explicar "la naturaleza y origen" (6,22) de la sabiduría, dos partes clásicas del encomio. Puestos a diferenciar y siguiendo un orden lógico, podemos proponer la siguiente serie:

a) Origen: génesis, procede de Dios, es noble de linaje (7,25-26).
b) Naturaleza y cualidades (7,22-24.27-30).
c) Lo que aporta, genétis: : bienes y saber (7,11-12; 8,5-8; 8,10-16).
d) Acción cósmica, tekhnites (7,17-21).

Al valor se añade el mérito de ser alcanzable, accesible (6,12-20); el camino es la súplica a Dios (7,7; 8,21; 9,1-18).

El conjunto de ese material y de esas piezas, que amenazaban al lector con su repetición y monotonía, está organizado en dos planos que personalizan y animan la loa.

En primer lugar, todo se presenta como una confesión autobiográfica de Salomón, el sabio que por experiencia puede cantar esa alabanza y puede explicar de modo convincente que la sabiduría es alcanzable. Salomón reparte su confesión en dos cuadros, ambos de buena tradición bíblica. En el primero cuenta libremente el sueño de Gabaón (1 Re 4), completado con datos de los siguientes capítulos y enriquecido con elementos de ascendencia griega. El segundo desarrolla la conocida imagen de la sabiduría como novia y esposa.

Así tenemos una personalización y una personificación: de la sabiduría pasamos al sabio, que sabe el qué y el cómo (personalización); la sabiduría entra como personaje de la historia (personificación). Ambos recursos conocidos sobre todo en Ben Sira.

6,12-20 Estos versos describen el encuentro de Sabiduría con el hombre, en una serie de movimientos correlativos. Comienza ella manifestándose, "irradiando"; se adelanta, busca, aborda, sale al paso; finalmente conduce o eleva. Los movimientos del hombre son en parte espirituales: aman, buscan, desean, madrugan, velan. El remate es una especie de sorites o serie encadenada con variaciones. En vez de la forma normal: AB - BC - CD - DE - EF - AF, el autor compone: AB - B'C - CD - D'E - E'F - A'F'.

De la sabiduría se predica lo que se decía de Dios en 1,2. En lo que sigue son frecuentes las referencias o resonancias de Prov 8; Eclo 4; 6; 14.

6,13 Eclo 4,17 describe otra etapa.

6,14 Véase Prov 8,17 y compárese con Prov 8,34.

6,15 La prudencia es ya participación de la sabiduría, aunque no posesión plena.

6,16 Véanse Prov 8,1-3 y Eclo 15,2. La conducta y los pensamientos del hombre son el sitio del encuentro, pues cuando el hombre piensa y medita en ella, ya sucede un encuentro, y lo mismo cuando el hombre camina como exige la sabiduría.

6,17 Se trata del comienzo de su posesión. La instrucción, o educación o formación, pertenece al campo de la sabiduría. Prov 1,7; Jr 31,31-33.

6,18 El amor se realiza concretamente en la obediencia: Eclo 6,37 y Jn 14,15. Ya en el decálogo, del primero y fundamental mandato del amor se siguen los demás, Ex 20; Dt 5. La incorruptibilidad del hombre responde a lo inmarcesible de la sabiduría. Es la doctrina de Dt 32,47, sólo que aquí el horizonte es de una inmortalidad en otra vida.

6,19 Porque la muerte aleja de Dios, que no es Señor de muertos sino de vivos; también porque la incorruptibilidad le viene al hombre radicalmente de ser imagen de Dios, Sab 2,23.

6,20 El verdadero reino mencionado en Sab 3,8.

6,21-25 Consecuencia parenética de lo anterior. Según los estoicos, el hombre tenía naturaleza de rey, que realizaba con la sabiduría; pero aquí el autor habla a reyes que pueden no ser sabios y que sólo llegarán al reino auténtico y perdurable por medio de la sabiduría.

6,22-23 El fingido Salomón se opone a las religiones mistéricas, exclusivas para iniciados, que fabrican secretos artificiales y en su exclusivismo ceden a la envidia. La sabiduría que Salomón pregona es patente, ciudadana, hasta callejera (Prov 8-9). El sabio que se guarda su sabiduría ya está demostrando que no es sabio y que su mercancía no es auténtica.

Especialmente misterioso es el origen de la sabiduría, ya que trasciende el tiempo y la capacidad humana; pero precisamente los libros judíos permiten al autor remontarse al principio de la creación, cuando la Sabiduría actuaba: Prov 8,22-29. 

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