viernes, 25 de mayo de 2012

CAPÍTULO 9.


Envíala desde el cielo.

9 1Dios de mis padres, Señor de misericordia,
que todo lo creaste con tu palabra
2y formaste al hombre sabiamente
para que dominara todas tus criaturas,
3gobernara el mundo con justicia y santidad
y administrara justicia rectamente:
4dame la sabiduría entronizada junto a ti,
no me niegues un puesto entre los tuyos.
5Porque soy siervo tuyo, hijo de tu sierva,
hombre débil y efímero, incapaz de entender el derecho y la ley;
6por más cumplido que sea un hombre,
si le falta tu sabiduría, no valdrá nada.
7Tú me has escogido como rey de tu pueblo
y gobernante de tus hijos e hijas,
8me encargaste construirte un templo en tu monte santo
y un altar en la ciudad de tu morada,
copia del santuario que fundaste al principio.
9Contigo está la sabiduría, que conoce tus obras,
a tu lado estaba cuando hiciste el mundo;
ella sabe lo que a ti te agrada, lo que responde a tus mandamientos.
10Envíala desde el cielo sagrado, mándala desde tu trono glorioso,
para que esté a mi lado y trabaje conmigo,
enseñándome lo que te agrada.
11 Ella, que todo lo sabe y lo comprende,
me guiará prudentemente en mis empresas
y me custodiará con su prestigio;
12así aceptarás mis obras, juzgaré a tu pueblo con justicia
y seré digno del trono de mi padre.
13Pues ¿qué hombre conoce el designio de Dios?
¿Quién comprende lo que Dios quiere?
14Los pensamientos de los mortales son mezquinos
y nuestros razonamientos son falibles;
15porque el cuerpo mortal es lastre del alma
y la tienda terrestre abruma la mente pensativa.
16Apenas adivinamos lo terrestre
y con trabajo encontramos lo que está a mano:
pues ¿quién rastreará las cosas del cielo?
17¿Quién conocerá tu designio, si tú no le das la sabiduría
enviando tu santo espíritu desde el cielo?
18Sólo así fueron rectos los caminos de los terrestres,
los hombres aprendieron lo que te agrada y la sabiduría los salvó.

9 Para componer esta plegaria, el autor toma como punto de partida la súplica de Salomón según 1 Re 3. Los elementos de base, motivo y petición, pasan a la petición presente, desarrollados con grande libertad creativa.

La plegaria está en función de la segunda parte del libro, y por eso también de la primera; es como una conclusión, y ocupa un puesto central en todo el libro. Los tres puntos que construyen la armadura son, como en el cap. 6, el reino, la justicia, la sabiduría: quien reina debe practicar la justicia y para ello necesita la sabiduría.

a) El reino: Salomón es rey por la gracia de Dios -no por sucesión automática- y es vasallo, especie de virrey en el reino de Dios (como se inculcaba en 6,1-11).
b) La justicia se manifiesta sobre todo en el ejercicio de juzgar (v. 11), para lo cual ha de conocer el derecho y la ley (v. 5), que se identifican con el mandato (v. 9) y la voluntad de Dios (v. 13).
c) Sabiduría: equivale a la palabra creadora (2) y al espíritu santo (17). Es un ser divino, que conoce y actúa con Dios y que asiste y dirige al hombre. En inclusión aparece la sabiduría como creadora y salvadora del hombre (2.18).

Como en el capítulo 7, Salomón se remonta a su origen y a su común humanidad. Por su padre es heredero del trono (12), por su madre es siervo de Dios y hombre como los demás. El resultado es igual que en el capítulo 7: el discurso dirigido a los reyes vale para todos los mortales. El autor se
complace en ensanchar la perspectiva humana exponiendo con vigoroso contraste la grandeza y la miseria del hombre.

a) Su destino es dominar el universo -las criaturas de Dios- y ejercitar la justicia (2-3); b) pero el hombre es incapaz de cumplir su destino, porque el cuerpo limita su capacidad de conocer (13-16); e) sólo con la sabiduría podrá cumplir su glorioso destino (6.17.18). A pari: a) Salomón tiene como destino gobernar al pueblo de Dios (7) y construir en la tierra una imagen de la morada celeste (8); b) es incapaz de hacerlo por su limitación humana (5); e) sólo con la guía y ayuda de la sabiduría podrá cumplir su destino.

El esqueleto lógico es rico en enseñanza teológica. Pero el autor quiere escribir una plegaria modelo. Salomón no va a enseñar sabiduría como otros sabios, sino a rezar para conseguirla; su plegaria tiene que ser ejemplar.

9,1 El título divino es típicamente israelita: por él Salomón entronca con los patriarcas. "Con tu palabra": Gn 1; Sal 33; Eclo 42,15. 

9,2 Según Gn 1,26-28; 9,2-7; Sal 8; Eclo 17,2-4.

9,3 "Justicia y santidad": la bina se lee en Lc 1,75; Ef 4,24; Tit 1,8. La santidad, como en 6,10, puede referirse a lo "sancionado" por Dios. La justicia, por lo que sigue, parece referirse a las relaciones humanas en el dominio del mundo.

9,4 "Entronizada": véase 6,14. La expresión páredron es típicamente griega, se dice de divinidades o virtudes divinizadas. Sen Sira pone a la sabiduría personificada en la asamblea celeste (24,2). La expresión griega, paides es ambigua: puede significar hijos como en 2,13, o siervos; a renglón seguido, siervo se dice doulos.

9,5 El hijo de la sierva nace siervo, adquiere la libertad si es manumitido. La expresión humilde se lee en Sal 86,16, 116,16. "Débil Y efímero": 7,1; 2,1. "Incapaz": compárese con Prov 2,6.9.10.

9,6 "Cumplido": de cualidades puramente humanas.

9,7 "Escogido": 2 Sm 7,12-13. "Hijos e hijas": véase Is 1,2; 43,6.

9,8 La construcción del templo es la gran tarea de Salomón según 1 Re 7-8 y 2 Cr 3-5.
Dios crea el cielo como morada suya y acepta que el hombre construya en la tierra una copia de esa morada. El hombre recibe de Dios el modelo -según vieja tradición religiosa- y el saber artesano para realizar la copia: Ex 25,40. En el contexto del libro: piensan mal de Dios los que fabrican ídolos (caps. 13-15), el hombre sólo puede fabricar una morada al único Dios, yeso asistido por su sabiduría.

9,9 "Conoce tus obras": 8,4. "A tu lado estaba ... ": véase Prov 8,27-30.

9,10 ''Trabaje'': véase 8,7.18.

9,11 "Sabe": véase 8,8. "Guiar y custodiar" serán verbos importantes en la próxima sección histórica.

9,12 "Mis obras": eco del v. 9, ''tus obras", sobre todo si se refiere aquí al templo, lo cual resulta probable comparando los tres miembros de este verso con los tres miembros de los vv. 7 Y 8.

9,13 Véase 6,4, también 4,17.

9,14-15 Por su condición inmaterial, la mente es capaz de pensar, de comprender; pero ligada al elemento material del cuerpo, se encuentra limitada, no necesariamente pervertida. La sabiduría está llamada a contrarrestar ese peso material, ese "lastre" del alma, levantándola y manteniéndola en su propia esfera. Esta doctrina sobre el cuerpo es griega, de tradición platónica, aunque la imagen de la tienda se lea en Is 38,12 Y algo análogo se lea en Job 4,19. En terminología más moderna hablaríamos de vida instintiva, de fuerzas irracionales que enturbian la mente, de impulsos oscuros del subconsciente no aclarados o mal racionalizados, etc.

9,16 "Adivinamos": 8,8. "Lo terrestre": eso que la tierra es precisamente el reino del hombre (Sal 115,16). "Rastrear": véase Is 40,28; Sal 145,3.

9,17 Tras seis menciones de la sabiduría, el "santo espíritu" ocupa el séptimo puesto. Para la identificación, véase 1,5.7; 7,22: podemos hablar de la sabiduría como carisma.

9,18 Cortando la consecución con un adverbio, el autor concluye con una síntesis de historia, con la cual prepara el capítulo siguiente. La mirada al pasado se armoniza también con el comienzo del capítulo, que es historia real, y con el primer título divino, que evoca la historia patriarcal. La oración de Salomón termina con una nota convincente, pues habla de hechos repetidos y ejemplares en que la sabiduría ha triunfado sobre la debilidad del hombre. 

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